Manifiesto de #AcciónPorLaVida

Defendemos el derecho a la vida.
Exigimos el control de armas y municiones.

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La vida es para vivirla, y es tan natural vivir como morir. Lo que no es natural, mucho
menos normal, es que alguien violentamente nos arrebate la vida, como sucede de
manera extrema aquí, en Venezuela. No es normal que un país que no está en guerra,
tenga tantas muertes violentas, tantos “abatidos”. Y los venezolanos debemos saber
que la enorme mayoría de esas muertes (90%) ocurren por la acción de armas
de fuego.
Vivimos asediados por las armas, y el Estado, a través de sus instituciones y sus
servidores públicos, debe asumir su obligación de controlarlas para garantizar la vida
y la seguridad de todos los ciudadanos, en vez de promover su presencia. Cuando no
matan los “malandros”, matan los policías. ¿El resultado?: miles y miles de muertes
de jóvenes, adultos y niños con nombres y apellidos, que de tanto repetirse parecen
convertirse en un simple número, un dato estadístico.
Miles de historias borradas (de hermanos, hijos, esposos, amigos, padres, madres) que
producen un enorme dolor y rabia cuando “cae” alguien cercano, pero que por la
frecuencia se vuelven un asunto “normal”, una rutina que se diluye en el paisaje. Como
si asumiéramos estas muertes como un saldo inevitable, como si estuviésemos
obligados a formar parte de esta lotería fatal.
Cada vez que asesinan a alguien, muere una parte de nosotros. Y si quienes asesinan,
bajo las órdenes o la mirada complaciente de funcionarios públicos,  forman parte de
algún cuerpo policial, firmamos nuestra sentencia de muerte como sociedad. Al final
todos somos víctimas, aunque la violencia no haya tocado directamente nuestra
puerta.
La peor parte de este horror se la llevan las personas que habitan los sectores
populares, sobre todo los más jóvenes. Vivimos en una suerte de guerra y el
Estado no nos protege, no nos da garantías. Por el contrario: suma muertos,
suma violencia. Demasiadas balas y demasiada impunidad. ¿Dónde están los
responsables, por acción y omisión, de esta masacre continuada?
Llevamos varias décadas acostumbrándonos a estas muertes. Somos uno de los países
con la tasa de homicidios más alta del mundo. ¿Cómo hemos respondido los
ciudadanos ante este horror? Con miedo y con encierro. Pensando que cada quien
puede defenderse por su cuenta. Una batalla atomizada por mantenernos vivos.
¿Cómo responden los gobiernos, incluyendo el de turno? Con operativos cíclicos
de represión que no producen más seguridad sino todo lo contrario.
Ante este panorama, nosotros —un grupo de todas las tendencias, y diversidad de
profesiones y ocupaciones: artistas, diseñadores, comunidades, académicos,
periodistas, deportistas, activistas, estudiantes—, que tenemos en común una
preocupación vital ante tanta violencia y tanta muerte: hemos decidido organizarnos y
movilizarnos de manera sistemática, para exigir y proponer políticas públicas, a todos
los niveles de gobierno, para que cese la hegemonía de las armas en nuestro país, para
que se abra espacio para la vida y la convivencia en nuestras ciudades.
Por eso convocamos a todos, incluyendo a dolientes directos y familiares de víctimas,
a compartir su voz, a expresar su deseo de que cese esta matanza y a señalar
responsabilidades institucionales.
Al final, nos guste o no, todos somos víctimas. Por eso los venezolanos exigimos
nuestro derecho a vivir en paz y sin miedo. El Estado está obligado a
garantizarnos el derecho a la vida.
Decidimos encontrarnos para actuar:
 Exigimos que la Compañía Anónima de Industria Militares (CAVIM) reduzca
drásticamente la producción de balas con las que finalmente morimos los
venezolanos.
 Exigimos que la importación de pistolas y revólveres por parte del Estado se
reduzca al mínimo y que se suspenda la venta de las mismas a particulares.
 Exigimos que todas las armas estén bajo control. Tanto las de los policías como las
de los particulares,  tanto las que reposan en los parques policiales como las que
son incautadas, tanto las que reposan en las casas como las que andan en la calle.
Exigimos que absolutamente todas estén bajo control y que dejen de formar parte
de este negocio sangriento.
 Exigimos que se haga el marcaje de municiones para establecer responsabilidades
en su uso.
 Exigimos que los ciudadanos, los civiles, hagamos efectivo nuestro derecho a la
contraloría social de armas y municiones, así como de la destrucción de armas
incautadas.
 Exigimos que se generen más oportunidades de estudio, laborales, deportivas,
recreativas, no esporádicas, sino sostenidas en el tiempo, enfocadas sobre todo en
los más jóvenes, para que la violencia no se convierta en una opción.
 Exigimos, a todos los niveles de gobierno, más seguridad y menos represión. Y
entendemos más seguridad no necesariamente como “más policías”, sino más
espacios para la educación, el trabajo, la recreación, la convivencia.
 Exigimos que se activen instancias efectivas de resolución de conflicto entre las
personas que posibiliten procesar de formas no violentas las diferencias, que
garanticen la reparación de daños de las víctimas.
 Exigimos que se promuevan activamente formas de relación no violenta que rijan
la convivencia ciudadana.
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