El Tema que nos corresponde: entrevista a Lucas García

Desde Reacin, hemos explorado distintos formatos para visibilizar las causas que nos movilizan. Pero más allá del formato, nuestras investigaciones no solamente se concentran en el diagnóstico de algún daño; a través de la labor de nuestro equipo y las alianzas que trazamos, estamos también orientados hacia la propuesta de alternativas a los problemas que nos afectan.

Los derechos humanos han sido transversales en nuestro trabajo. Del mismo modo en que Lucas García, comunicador visual e ilustrador, considera que lo son en la vida de todos.

De esta premisa nace El Tema —un cómic producido por Reacin, bajo la autoría de Lucas y con el sello de Editorial Dahbar— que narra cómo los derechos humanos, su defensa y vulneración, alcanzan todos los espacios que ocupamos, incluso aquellos que pensamos más personales.

A propósito del reciente lanzamiento de El Tema, conversamos con Lucas para que nos contara más sobre el proceso de realización del cómic, desde un punto de vista reflexivo y vivencial.

En Reacin hemos reflexionado en diversas oportunidades sobre el poder reparador del arte. Siendo El Tema producto de un proceso que tú mismo defines como personal, ¿Me puedes hablar de ese proceso personal de mirar y procesar la realidad de los DDHH en Venezuela que conllevan a la realización del libro?

Haciendo El Tema estaba al final de proceso de concientizar y de integrar toda la realidad de los derechos humanos, que yo había venido trabajando desde hace tiempo, pero desde una actitud un poco más distante, menos inmersiva.

Este trabajo, tratándolo desde el formato del cómic y tratando además casos que me tocaban personalmente, marcó el inicio de un proceso de integración de los derechos humanos y me permitió empezarlos a entender como algo que está vinculado a todos los aspectos de la realidad de las personas, a mi propia realidad personal.

¿A qué crees que se debía ese distanciamiento que mencionas? ¿Nos son tan desafortunadamente naturales las violaciones de DDHH que pudieran pasar desapercibidas? ¿Hay una asociación frecuente de los DDHH con sucesos que la gente asume de mayor escala?

El tema de los derechos humanos, normalmente, surge a partir de la violación de los mismos, es decir, en una situación en la que la persona ha sido agredida, en la que la persona es una víctima. Y realmente la posición de la víctima es una posición que nadie quiere asumir. Se trata de una posición de vulnerabilidad, una posición de dolor. Percibo que es por eso que no es tan difícil el tema de los derechos humanos. Esa sería una razón.

Otra razón sería es que el tema de los derechos humanos pone a la sociedad siempre en conflicto con aspectos y porciones de si mismos con los que no quiere tratar. Esto se ve mucho en el tema de los derechos vinculados a la orientación sexual, incluso en los derechos vinculados al acceso a la comida. Nadie quiere estar en esa posición, nadie quiere tratar con esos aspectos de la sociedad que son problemáticos, y de alguna manera tratar el tema de los derechos humanos, hablar del tema, introducir esa conversación siempre es complicado, siempre es difícil. Además del hecho de que el tema de los derechos humanos termina siendo incómodo para el poder en cualquier contexto, ya sea en regímenes democráticos, autocráticos, totalitarios.

Pero el distanciamiento no es igual a la indiferencia. Podemos percibir que ciertos males no nos alcanzan, pero no voltear la mirada a otra dirección. Uno se encuentra con gente muy desinformada, en muchos casos jóvenes ¿A qué responde esa aparente indiferencia? ¿Puede ser visto como un mecanismo de protección? ¿Evadir como modo de supervivencia?

Uno de los aspectos que surge cuando empezamos a conocer sobre el tema de los derechos humanos, y sobre todo sobre sus violaciones, es que nos damos cuenta de que nosotros no estamos tan lejos de esa situación que estamos percibiendo. Y esa cercanía con esa situación obviamente no es cómoda, genera rechazo por parte de las personas.

También creo que muchas veces el tema de los derechos humanos es tratado de una manera muy abstracta y a veces, incluso, con cierto academicismo que lo puede distanciar de las personas.

Es vital empezar a entender que los derechos humanos forman parte de todo el tejido existencial de la persona. Están presente en todo, en lo más público y lo más íntimo. Hay que entender la importancia de poderlos conocer, defender, promover, como algo que va a repercutir en el bienestar de la sociedad en la que vives, y en tu propia vida.

Creo que esto último es algo que todavía cuesta mucho relacionar. A mi modo de ver, pasa un poco como en todo: realmente te haces consciente de las cosas cuando son un problema para ti. De lo contrario, uno intenta no prestarle atención. Eso sin contar que también hay una tendencia a no reconocer el problema que tenemos o el problema del que estamos cerca.

Otra cosa, con la que creo que hay que tener mayor cuidado, es que como sociedades modernas estamos perdiendo capacidades empáticas con el otro, eso de ver en el otro un valor positivo. Entonces a través del trabajo de los derechos humanos, creo que una de las principales cosas que se empiezan a desarrollar. Al principio pudiera ser muy incómoda, pero luego se vuelve muy humana. Hay que tener empatía con el otro, con sus problemas. Así empezamos a vernos a nosotros mismos en el otro.

Desde tu mirada como ilustrador y comunicador visual, ¿pasamos de “lunares en una sociedad fundamentalmente democrática” a qué?

Creo que estamos en un momento en el hay una gran crisis de los derechos humanos. Creo, además, que esa crisis nosotros la estamos viviendo en lo local, pero es también una crisis internacional. Porque, de nuevo, el tema de los derechos humanos es un tema incómodo para cualquier forma de poder, y al mismo tiempo pone en cuestionamiento ciertos valores de la sociedad en la que vivimos.

Esa imagen de que éramos una sociedad democrática no ha hecho mucho daño. La sensación de que las cosas que sucedían eran como lunares, nos llevó a no trabajar esos problemas de manera profunda y sincera en el momento en que empezaron a aparecer. Y esos problemas trajeron otros. Como bien decía Héctor Torres: “de esos polvos, vinieron esos lodos”.

El tema de ser laxos con ciertos temas de corrupción o violencia policíaca, el tema de haber sido laxos con el funcionamiento de nuestro sistema judicial, el tema de haber sido laxos con lo que estaba sucediendo en nuestro sistema penitenciario, todo es parte de las causas. Lo que estamos viviendo ahora es producto de no haber prestado atención y de habernos descuidado con esas cosas que estábamos empezando a notar y que no estaban funcionando, que no eran correctas, y que ahora tienen una intensidad y una escala muchísimo mayor, mucho más desproporcionada.

Por lo tanto nos va a costar muchísimo más recuperar unos niveles de convivencia y de respeto a los derechos humanos, a mi modo de ver, aceptables.

El Tema recoge diversas historias. Al leerlas me generaron mucho impacto, incluso en la brevedad los textos. ¿A qué se debe esta resonancia que puede tener un formato como el cómic al abordar temas tan complejos como la violación de DDHH?

Creo que la resonancia del formato es tal, porque el cómic como medio y como lenguaje gráfico secuencial tiene un elemento que a mí me parece maravilloso, que es el cruce entre la palabra y la imagen: lo que no puede relatar la imagen, lo termina relatando la palabra, y viceversa.

Esos elementos que conforman al cómic se complementan muy bien, tienen mucha fuerza narrativa.

Por otro lado, está el asunto de tratar al sujeto a partir de herramientas de la ficción y dándole un contenido emocional, que creo que es de lo que a veces carece los tratamiento más académicos, más despojados, externos y distantes.

En el momento en que empezamos a tratar esto como una historia, con un componente necesario emocional que requiere el relato para poder ser efectivo y para poder vincular al lector con lo que está pasando, creo que la conversación sobre los derechos humanos se vuelve mucho más enriquecedora y pertinente para el lector, para las audiencias.

En ese sentido, creo que sí es necesario a veces ver la realidad a través de un filtro de lo dramático. Entendiendo lo dramático como eso: cuál va a ser la historia que vamos a contar, y cómo vamos a potenciar unos aspectos de la historia en lo emocional para que tengan resonancia en el espectador.

Venezuela sin terapia: una mirada sobre la salud mental

Recientemente el medio digital aliado Efecto Cocuyo, dio a conocer públicamente su nuevo proyecto Venezuela Sin Terapia. Se trata de un especial que deja en evidencia el daño en la salud mental que ha dejado la pandemia en Venezuela, que ya traía a cuestas la calamidad de la crisis humanitaria.

A través de testimonios y cifras, el trabajo pone la mirada sobre las afecciones psicológicas resultado del confinamiento y de las dinámicas impuestas ante la propagación del COVID-19.

El sondeo ejecutado asegura que 7 de cada 10 personas, de un total de 1152 que respondieron la investigación, se sintieron afectados psicológicamente tras el inicio de la pandemia.

El proyecto contó con la validación y alianza de psicólogos e instancias que operan sobre el tema de la salud mental.

Como parte de la alianza que hemos forjado con Efecto Cocuyo, desde REACIN nos involucramos con el proyecto a través de nuestro investigador Manuel Llorens, quien en una breve entrevista nos habla sobre la importancia de la iniciativa y los detalles de la colaboración desde nuestra red.

¿Por qué es Venezuela sin terapia una iniciativa tan relevante para el país?

El proyecto es relevante porque lo temas de la salud mental muchas veces quedan relegados en medio de una crisis tan fuerte como la que ha atravasado Venezuela en diferentes ámbitos. Y en particular los pacientes psiquiátricos graves suelen ser de las poblaciones más excluidas y abandonadas. No solamente en Venezuela, en todo el mundo.

Pero en el caso de Venezuela eso ha llegado a niveles muy dramáticos. Esta investigación visibiliza esta dimensión de la vida del país, y de las necesidades emocionales que han surgido, entre otras cosas, como consecuencia de la pandemia.

El equipo de Venezuela sin terapia hace una encuesta periodística, obteniendo más de 1000 respuestas que dan una visión amplia de los niveles de malestar. Además, complementan datos cuantitativos con cualitativos, ofreciéndonos de esta manera un panorama del sufrimiento.

Adicional al registro del nivel de sufrimiento, el trabajo también ejecuta un sondeo de los servicios disponibles, lo que plantea una situación muy alarmante del país, con una cantidad importante de centros psiquiátricos clausurados.

El equipo fue muy minucioso al momento de llamar a centros que supuestamente están disponibles, y recibieron escasas respuestas durante los tres meses de investigación. La falta de respuestas pone en evidencia del desabastecimiento que hay en este momento en el país, en lo que se refiere a provisión de servicios de salud mental.

¿En qué consistió específicamente tu trabajo en el proyecto y, por extensión, la alianza de Efecto Cocuyo con REACIN?

Desde REACIN venimos trabajando con Efecto Cocuyo desde hace algún tiempo. Hay un trabajo compartido tanto en la búsqueda de información, como en el ejercicio de pensar en temas que son de interés mutuo. Nosotros nos dedicamos a hacer investigación que, en algunos casos, tiene puntos en común con la investigación periodística.

Aunque pueda haber diferencia en el objetivo o en la metodología de trabajo, ha sido muy enriquecedor todo lo que hemos realizado con ellos en el marco de nuestra alianza.

Específicamente en el caso de Venezuela Sin Terapia, Laura Weffer, que es una de las directoras de Efecto Cocuyo, nos pidió que pudiésemos ayudar a pensar en la investigación, a validar las preguntas y los temas de la encuesta, y a hacer contactos con las personas con quienes conversaron.

Igualmente, encabezamos una formación donde facilitamos herramientas para la detección de niveles de riesgo y el manejo de situaciones de emergencia. Y es que una vez que uno empieza a preguntar sobre malestar psicológico puede tener lugar una situación grave.

Esto hace al proyecto más valioso e interesante, en tanto se han tomado las precauciones necesarias para, como periodistas, poder abordar responsablemente el tema de la salud mental.

Un problema invisible ante la crisis y el estigma

La crisis económica del país ha influido en el sistema de salud, que sabemos que en este momento es un sistema precario. La salud mental, asegura Llorens, suele ser de los temas a veces obviados u oscurecidos en los reportes.

Las enfermedades físicas más graves suelen tener más visibilidad, mientras que la enfermedad mental tiende a ser abordada desde el tabú. Y ante ese panorama es muy difícil generar conciencia sobre la importancia de no estigmatizar a las personas que sufren de algún tipo de malestar emocional o mental.

Afirma que la crisis de salud pasa por la salida de muchos profesionales hacia el exterior. Y en el área de la psicología y la psiquiatría ha sucedido igual. Es decir, ha habido una migración importante de profesionales que, entre otras cosas, “podrían estar nutriendo en este momento a los posgrados”.

Llorens alega que la escasez de profesionales ya se arrastraba desde hace tiempo, porque hay pocas escuelas de psicología en el país, en comparación con los demás países suramericanos. Pero que ahora, además, se ha ido agravando de manera progresiva con la migración.

Hemos visto cierres de servicios de psiquiatría, cierres de camas que son casos en los que siguen los servicios pero con una capacidad muy reducida, y hay además una existencia limitada de profesionales e insumos en los centros importantes.
Dicho esto, saltan a la vista los niveles de extrema gravedad. Y el detrimento del que es blanco el sector de la salud mental se hace obvio en casos en los que, por ejemplo, hay pacientes que han muerto de hambre, estando hospitalizados en centros de salud mental. O han muerto por una infección, cuando solamente lo que necesitaban era antibiótico.

¿Qué acciones se pueden ejecutar desde la sociedad organizada y el Estado para hacerle frente a los problemas de salud mental que padecen un número importante de venezolanos?

Una de las respuestas posibles pasaría, por supuesto, por exigirle al Estado que sepa dotar los servicios de forma oportuna y funcional. Sin embargo, ante todas las demás áreas abandonadas por el Estado, la de salud mental, nuevamente, queda relegada. No está dentro de las prioridades.

Pero esa realidad lo que hace es aumentar la necesidad de seguir visibilizando la gravedad de las condiciones que viven los pacientes mentales, así como la irresponsabilidad con la que el Estado ha operado.

Es importante favorecer el fortalecimiento de las redes de profesionales en salud mental que hay. En esa misma línea, por ejemplo, está actuando el Colegio de Psicólogos del Estado Miranda. Ha habido, por otro lado, redes que se han gestado como Psicólogos sin fronteras. Una respuesta a la urgencia por organizarse frente a la necesidad de maximizar los recursos.

Desde el trabajo que hemos realizado en la Universidad Católica Andrés Bello, en el Parque Social Padre Manuel Aguirre y el posgrado de Psicología Clínica Comunitaria, hemos insistido es que también hay que trabajar en diseñar dispositivos que no dependen nada más de la presencia de profesionales de salud mental. En otras palabras, hay una cantidad de herramientas que tienen que ver con organizaciones de personas con diferentes intereses y necesidades, que pueden gestionar servicios que sirvan para la salud mental, aunque no necesariamente estén dirigidos por profesionales del área.

Sabemos que la cantidad y la calidad de los vínculos que tienen las personas constituyen un factor protector muy importante en temas de salud mental. Todo lo que podamos hacer para caminar en función de una sociedad civil organizada en diferentes temáticas e intereses, también es una manera de favorecer la prevención de trastornos mentales. Recordemos que lo que más daña es el aislamiento y la fragmentación de los vínculos.

Precisamente en ese sentido se construye nuestra alianza desde REACIN, con un medio como Efecto Cocuyo, en el marco de un proyecto como Venezuela sin terapia. Estamos orientados a sumar esfuerzos y a aprovechar el ejercicio conjunto de los comunicadores sociales e investigadores para poder posicionar el tema de salud mental, y por esta vía incidir en la prevención, que es un factor clave.

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