Desde Reacin hemos trabajado en este cómic que está basado en una investigación, coordinada por nosotros, en el marco del proyecto “Entradas y salidas a la violencia armada: economías ilícitas, actores armados estatales y no estatales, víctimas y perspectivas de reparación”.
El cómic ha sido realizado en un trabajo conjunto por Francisco Sánchez, Verónica Zubillaga y Manuel Llorens, investigadores de nuestra red, así como por el narrador, ilustrador y comunicador visual Lucas García.
¿Qué hacemos con tanto dolor?
Los relatos aquí presentados de forma visual fueron recogidos y elaborados a partir de un proceso de investigación-acompañamiento-acción con mujeres que perdieron a sus hijos producto de la violencia policial. Lo que aquí se narra y grafica son sus historias y luchas.
Contar con las voces de las propias personas afectadas se hace necesario para restituir el tejido social herido y buscar unos mínimos de compasión en una sociedad que está constantemente asediada por múltiples expresiones de violencia, pérdidas, duelos no elaborados, pero también luchas.
El escritor albanés Ismail Kadaré en un hermoso trabajo sobre la tragedia griega se pregunta por el origen de este género fundacional para el mundo occidental. Kadaré se alienta a imaginar qué pasaría en la mente y contexto de aquellos escritores para escribir de esa manera y sobre esas tribulaciones, y llega a una singular conclusión: los griegos fueron la primera civilización en aceptar la culpa/responsabilidad por la destrucción de toda una civilización, a saber, Troya. La tragedia, para Kadaré, no tiene origen en los cantos o fiestas dionisiacas, sino por el contrario, nace en los rituales creados alrededor de los entierros balcánicos, donde el dolor podía tener un lugar compartido, un lugar común.
Nada más cercano para nosotros que nos vemos diariamente confrontados con la infame pregunta ¿qué hacemos con tanto dolor?
El dolor no es necesariamente un movilizador de acciones. Mucho menos en la ausencia y detrimento de lugares comunes para hacerlo compartido. Esto ha sido bien estudiado por el sociólogo francés Didier Fassin quien, trabajando con víctimas y afectados por diferentes violencias en el mundo, acuña el término anestesia política. El dolor puede anestesiar al cuerpo político, inmovilizarlo, castrarlo, des agenciarlo y hacer que los señalamientos se conviertan en dagas internas, anulando las posibilidades de transformación y acercamientos en contextos donde, sin lugar a dudas, la población comparte problemas comunes.
Por eso creemos que sí, que es necesario conocer en mayor profundidad las diferentes latitudes de nuestros dolores compartidos, de nuestras tragedias, para, como nos invita la antropóloga colombiana Miriam Jimeno, buscar constituir una comunidad emocional y poder acogernos y sanar juntos; es decir, un lugar común emocional. Así como Kadaré, contemplar, imaginar, integrar. Este registro visual de testimonios esperamos se convierta en una herramienta para condolernos con las pérdidas de las madres y familiares. Es un sentido testimonio de las luchas cotidianas para levantar una voz que exclama: existimos y seguimos. Es también una muestra de la batalla de estas mujeres por recuperar la dignidad y los derechos lacerados.
Nos corresponderá entonces imaginar horizontes donde los diferentes dolores puedan tener lugares comunes. Así como hermanos países latinoamericanos que han transitado caminos largos, dolorosos,
buscando y develando verdades y responsabilidades con la esperanza de justicia. Al fin y al cabo, ese es el rol de la política, acercar a los polos antagónicos en una pugna que no pierda el sentido de la dignidad humana. Que el dolor no nos inmovilice y nos reste el sentido de la historia que vivimos y tenemos que poder superar. Así como las valientes mujeres que prestaron testimonio para el cómic, reconocernos como una sociedad herida es clave para reconstruir la comunidad política, así como también formas de reparación y sanación a todo el dolor que la violencia ha provocado.
Descarga el cómic en el siguiente enlace: